¿CÓMO ES SU
GRACIA? (TOMOS I y II)
Josefina Falcón
de Ovalles (2011).
CELARG: Caracas
La
lengua es un ser vivo; un organismo que cambia, envejece, se adapta y en
ocasiones llega a morir. Cada sociedad en su época y espacio —de manera
inconsciente, en gran medida— moldea su propia lengua, en atención a las
necesidades de su entorno físico, social y cultural. Por ello, el análisis
léxico de un idioma pasa necesariamente por una visita a muchos factores
extralingüísticos que son a fin de cuenta los que definen el contexto en el que
los hablantes hacen uso de su vehículo de comunicación. Es posible que la
profesora Josefina Falcón de Ovalles haya tenido esto en cuenta cuando inició
su investigación lexicográfica que el Centro de Estudios Latinoamericanos
“Rómulo Gallegos” (CELARG) publicó bajo el título ¿Cómo es su gracia? Un aporte
al estudio del léxico venezolano, puesto que en él las consideraciones
sobre el idioma van mucho más allá de los factores lingüísticos y nos presentan
una rica exploración de muchos aspectos que sirven de marco socio-cultural a
los hablantes del español de Venezuela.
El
texto, distribuido en dos tomos, se divide en varios capítulos, relacionados
con aspectos de la vida diaria y las costumbres de emblemáticas poblaciones —en
sus espacios urbanos y rurales— de Venezuela, como Barquisimeto, Valencia,
Maracaibo o Caracas. Se establece los límites cronológicos de la muestra entre
las primeras décadas y mediados del siglo XX, sin que por ello sean raras las
continuas alusiones a referencias anteriores o posteriores a este periodo. De hecho,
una característica fundamental de este estudio es su seguimiento diacrónico del
uso de las voces; parte de su origen (posible o establecido), continúa con el
momento de uso frecuente y termina informando sobre su situación actual.
A
propósito de esta misma característica es oportuno resaltar de igual modo que
subyace en la exposición del estudio un tono memorístico que recuerda las
crónicas anecdóticas de las autobiografías o los diarios personales. Sin que éste
sea el objetivo del libro, son evidentes los puntos de contacto que existen con
estos géneros, toda vez que es innegable el rescate del pasado que se puede
constatar en la revisión de actividades hoy casi desaparecidas como “el
estricto ritual de cortejo de las señoritas” (Capítulo IV) o la solemnidad de
las celebraciones familiares (Capítulo V). Parece que además del análisis
lingüístico, la profesora Falcón de Ovalles aprovecha la ocasión para documentarnos
acerca de una época radicalmente diferente a la de la generación actual, en la
que un imaginario en completo “desuso” hoy día jugó un papel primordial, como
es lógico, en la estructuración de nuestro léxico. Sirva de elocuente
ilustración las propias palabras de la profesora Falcón de Ovalles a este
respecto:
Las ventanas de
la sala, por lo general más de una, carecían de romanilla. Y la razón se debía
a la costumbre criolla de abrirlas por las tardes, a fin de que las jóvenes y
las no jóvenes, vestidas y acicaladas, se sentaran a disfrutar del aire fresco,
a ver y a que las vieran. En otras palabras, “ventearse un poco y exhibirse
otro tanto” (2011:26).
De
este pasaje también es posible rescatar otro aspecto del libro: el estilo ligero,
didáctico y jocoso. La profesora Josefina ha ejercido la docencia durante toda
su vida, y lo ha hecho además en todos los niveles de la educación. Con una
experiencia tan vasta en el campo de la enseñanza no debe extrañarnos que uno
de sus principales objetivos durante la exposición sea una comunicación clara y
directa con los potenciales lectores. De esta manera, el libro alcanza un rango
de interés entre el público mucho más amplio (jóvenes que se acercan a conocer,
adultos y mayores que se acercan a recordar), puesto que logra una armonía
placentera en todos los aspectos y propósitos que hemos señalado. Se trata de
un estudio lexicográfico en clave de memoria que presenta en forma fr:esca un
acercamiento al idioma a través de un estilo ameno:
Estas palabras
“dominó” y “pierrot”, tan oídas y familiares para las personas de aquellas
lejanas épocas, se desvanecieron con el tiempo a la par de sus personajes. Se
fueron igual que las fiestas carnavalescas. La misma suerte han tenido tal vez
aquellas voces, específicas de cada región venezolana, con que niños y
jovencitos manifestaban su petición de juguetes y caramelos a las carrozas que
recorrían las calles, en donde se jugaba el carnaval … Nos informa una amiga
oriental, Ligia de Sánchez Landaeta, que cuando la petición infantil no era
respondida favorablemente, la venganza se traducía con el grito unánime de
“¡Pichicato…! ¡Pichicato!”, palabra que en el habla margariteña y carupanera equivale
a “tacaño”, “pichirre” o “lechero”. ¡Y bien merecida la tenían! (2011:216-217).
Como
cierre, quizás debamos informar en esta reseña sobre este magnífico libro, como
dato laudatorio de la autora y que tiene repercusión en la calidad de su obra,
que siendo la profesora Josefina miembro correspondiente de la Academia
Venezolana de la Lengua, el vastísimo material de referencia que usa como
corpus de su estudio nos permitirá además acercarnos a un importante número de
nombres y obras de la tradición literaria de nuestro país, que constituyen el
refugio de muchísimos términos, expresiones y costumbres que de otra manera también
se habrían perdido para siempre. Es así finalmente que podemos hacernos una
idea del gran aporte de este texto al estudio del español de Venezuela y al
rescate de la memoria de buena parte de nuestras tradiciones populares.