miércoles, 11 de mayo de 2011

LAS MUJERES DE CERVANTES, DEL QUIJOTE, DE HOY

(Las dos Dulcineas)

Son muchas las apreciaciones que acerca de la mujer se han hecho dentro de los estudios literarios. Muchas obras clásicas han plasmado en sus páginas estereotipos de mujeres que deslindan entre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral, lo idealizado, lo escatológico y terrenal.

Tales adjetivaciones se presentan de manera muy diversa en la siempre inagotable Don Quijote de la Mancha, pues Cervantes nos muestra todo un repertorio de personajes femeninos que representan las diversas concepciones de la mujer de la época renacentista. Por tanto, la intención de estas palabras es hacer una reflexión general, sin pretensiones tajantes de agotar el tema, acerca de algunos personajes femeninos presentes en la obra como la eterna Dulcinea, Maritornes, Marcela, Aldonza Lorenzo… quienes reflejan el sentir y hacer de las mujeres de esa época, y por qué no, de la actual. En ello radica justamente la inmortalidad de esta obra: en su eterna vigencia. Esas mujeres analfabetas, incultas, prostituidas por la pobreza, afeadas por las calamidades y los infortunios, pero también cultas, independientes, castas… continúan siendo, en muchos sentidos, los tipos de mujer de nuestra era.

Comencemos hablando de Dulcinea del Toboso, la ideal, la amada de Don Quijote en contraste con Aldonza Lorenzo, la real, la campesina, la imperfecta. Es innegable la intención de esta dualidad representada en una sola mujer. Estaría de más caer en detalles innecesarios en cuanto a la representación de las mismas en el ideal caballeresco parodiado. La primera, por supuesto, representativa de una mujer etérea, inexistente, puesto que sus cualidades tanto físicas como morales distan de la realidad tangible; por su parte, Aldonza Lorenzo, la mujer común de los pueblos españoles, analfabeta, maloliente por el arduo trabajo tanto en las labores del hogar como del campo. Dos mujeres en una: dos visiones del mundo distintas, la primera sucumbe en la segunda, la realidad del español ha cambiado, por tanto, no hay posibilidades quiméricas en cuanto a la visión de una Dulcinea: ésta se diluye, pues no tiene cabida en esa realidad.

Don Quijote describe a Dulcinea cuando Vivaldo, para seguirle el juego al notar su desvarío, le pregunta por su amada, a lo que éste contesta:

Su nombre es Dulcinea; su patria, el Toboso: un lugar de la Mancha; su calidad, por lo menos, ha de ser princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabello son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos azules, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve… (p. 81)

Por su parte, Aldonza Lorenzo, es descrita por Sancho Panza, cuando Don Quijote le confiesa quién es verdaderamente su amada Dulcinea. Sancho, sorprendido, le contesta lo siguiente:

- ¡Ta, ta! –dijo Sancho-. ¿Qué la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?

- Ésa es –dijo don Quijote-, y es la que merece ser señora de todo el Universo.

- Bien la conozco –dijo Sancho- y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante, o por andar, que la tuviere por señora! ¡Oh, hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! (…) Y lo mejor que tienes es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana (…) Ahora digo, señor Caballero de la Triste Figura, que no solamente puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sino que con justo título puede desesperarse y ahorcarse (…) Y querría ya verme en camino, sólo por vella; que ha muchos días que no la veo, y debe de estar ya trocada; porque gasta mucho la faz de las mujeres andar siempre al campo, al sol y al aire. (p. 173)

Sin embargo, y pese a la forma burlona y jocosa con que Sancho describe a Aldonza, éste reconoce que es digna de ser admirada tanto por su fuerza como por su atractivo, y justifica que su mal estado es causa del fuerte trabajo que acarrea las labores de campo. Es significativo como Cervantes intenta reivindicar la figura de Aldonza con las palabras de Sancho, pero a su vez, se percibe un dejo de decepción, como resistiéndose a aceptarla.

Por otra parte, la historia entre la pastora Marcela y Grisóstomo es pertinente mencionarla en cuanto a la otra mirada femenina que nos muestra. Cervantes pone en boca de los personajes que se hacen presentes en este capítulo una desazón y rechazo hacia Marcela por haber desdeñado los requerimientos amorosos de Grisóstomo, quien se suicida por amor. Incluso, uno de los personajes, Vivaldo, sugiere a Ambrosio, amigo del pastor, que no queme sus escritos para que así perdure en los mismos la maldad de esta mujer. Hasta esta parte del relato el lector se siente inclinado hacia el pastor suicida, puesto que es descrito como un ser moral y físicamente hermoso.

Sin embargo, cuando Marcela hace su aparición, luego de ser leído el poema que escribe Grisóstomo antes de morir, la inclinación cambia, ya que ésta increpa a los asistentes, entre ellos Don Quijote, y se defiende con un discurso de tal carga feminista, que podría decirse que es una de las primeras manifestaciones escritas en defensa de la mujer dentro de la lengua castellana, y que resarce la connotación misógina que se le pueda atribuir a Cervantes, por la construcción de otros personajes femeninos como las mozas de las ventas, la misma Aldonza Lorenzo, entre otras.

Amonesta Marcela a los presentes en el entierro de la siguiente forma:

Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama (p. 88)

Es clara la relación intrínseca entre el concepto de belleza y la moralidad del sujeto en este fragmento.

En el siguiente nos revela su condición de mujer libre y su total inocencia ante la muerte del pastor:

Y así como la víbora no merece ser juzgada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reheprendida por ser hermosa…Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos…A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras…Quéjese el engañado; desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas; confiese el que yo llamare; ufánase el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquél a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito (p.89)

Por otra parte, vuelve su “yo” a hacerse emergente, reafirmando su decisión de ser mujer sola, sin necesidad de compañía y sus pocas ganas de hacer vida marital:

Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a ése, ni solicito a áquel, ni burlo con uno, ni me entretengo con el otro. (p.90)

Tal cual Artemisa se nos presenta Marcela: pastora, hermosa, virginal, con ansias de soledad, independiente… Por supuesto, una figura femenina transgresora, quien desde su Yo, desmonta la imagen de la mujer en cuanto a los roles sociales se refiere.

Vemos cómo Cervantes la ensalza, la sustrae de los alegatos masculinos infundados por la mirada patriarcal y, tal cual diosa virginal, aparece derrochando inteligencia y desaparece igual de triunfante y laureada. Sin embargo, he de destacar que para la visión de la sociedad renacentista una mujer como Marcela sólo podía ser valorada desde una perspectiva divina, como una deidad, incluso, la forma en que hace su aparición en el entierro, desde lo alto de la colina, le da esa aura de beatitud y dignidad solo posible en un ser supremo: hermosa, sabia, poderosa, casta… Si se detalla con detenimiento, sólo estas cualidades reunidas en una mujer podrían justificar la independencia económica y el libre albedrío de la misma. Sin embargo, la misma Marcela alega que la única opción que tuvo para vivir a sus anchas fue la de internarse en la soledad de las praderas. Situación que recuerda muy cercanamente a nuestra Sor Juana Inés de la Cruz, quien tuvo que ingresar al convento para huir del matrimonio y de las obligaciones propias de una mujer, y así lograr tiempo para el estudio y la reflexión.

Pareciera deducirse que para Cervantes y la Europa de la época el concepto de bondad iba muy ligado al de la belleza física o, en otras palabras, el buen portar de una dama iba en constraste con su aspecto físico y su posición social. Y quien mejor para ejemplificar este comentario que el personaje Maritornes, moza de la venta a la cual llega Don Quijote y que éste pensaba era un castillo. Desde las primeras páginas del capítulo la describen así:

Servía en la venta asimismo una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana… no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas, que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera (p.97)

Notamos claramente que es la descripción física de una mujer nada agraciada y que dista de ser comparada con lo que el autor señala de Marcela. Líneas más adelante, esta moza penetra en el aposento donde descansaban Don Quijote, Sancho y un arriero, y con este último aquella había concertado verse, pero entre la penumbra, la fugitiva va a parar a los brazos de Don Quijote, quien en su desvarío piensa que es una hermosa doncella. Al respecto dice Cervantes de este ocurrente escenario: “Y era tanta la ceguedad del pobre hidalgo, que el tacto, ni el aliento, ni otras cosas que traía en sí la buena doncella, no le desengañaban, las cuales pudieran hacer vomitar a otro que no fuera arriero; antes le parecía que tenía entre sus brazos a la diosa de la hermosura” (p. 100)

La descripción física de Maritornes, nada agraciada evidentemente, corresponde a una determinada actitud moral: el deseo carnal ilícito. El autor afea la imagen de este personaje, hasta manifiesta de forma abyecta su aseo personal, lo que produce que el lector, pese a la jocosidad de la situación, se proyecte una concepción del personaje poco simpática; a diferencia de Marcela, quien es admirada por el lector tanto por su belleza física como por su prudencia y sabiduría.

Finalmente, Aldonzas malolientes y rústicas; Dulcineas siliconadas y forjadas por las manos del bisturí y de los celuloides; Maritornes poco escrupulosas, deslucidas, cegadas por la pasión, pero de gran corazón; Marcelas independientes, con ansias de libertad, forjadoras de su propia voz, solas o acompañadas, hermosas o poco agraciadas… a todas nos las topamos día a día, de todas tenemos algo en común, en todas ellas logramos mirarnos y reconocernos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cervantes, Miguel (2000). El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Santafé de Bogotá: Panamericana Editorial. Tercera edición.

LECTURA Y ESCRITURA. RETO DEL SIGLO XXI



Estimados todos:
A partir de este viernes 13 de mayo se estará desarrollando el evento LECTURA Y ESCRITURA: RETO DEL SIGLO XXI, como parte de las Jornadas previas de la Subsede ULA Venezuela al VI Congreso Internacional de la Cátedra UNESCO en Lectura y Escritura.
Debido a inconvenientes de última hora, las actividades se trasladaron para la UCAT, sede de Barrio Obrero, en el Auditorio.
Mayor información sobre el evento la podrá ubicar en el siguiente link:

También les comunico que, desde el jueves 12, a las 2:30pm, habrá una Feria del Libro y actividades de promoción de lectura destinadas a niños. La Editorial Santillana ofrecerá un 30% de descuento.

PROCEDIMIENTO PARA HACER LA INSCRIPCIÓN EN EL EVENTO

1. Hacer el depósito en la cuenta de ahorro Nº 0137-0002-86-0002660862 - Banco Sofitasa, a nombre de la Asociación Civil Museo de la Fantasía

BsF 150,00 : Público en general

BsF 100,00: Empleados de la Dirección de Educación del estado Táchira y Red de Biblioteca Pública del estado Táchira – Estudiantes de la XII y XIII Cohorte de la Especialización en Promoción de la Lectura y la Escritura de la ULA Núcleo “Dr. Pedro Rincón Gutiérrez”.

2. Entrar al sitio http://servidor-opsu.tach.ula.ve , coloque el cursor en el afiche de estas Jornadas Previas e ingresará a la página principal. Luego, ubique el cursor en el título Procedimiento para hacer las inscripciones en el evento y encontrará la planilla correspondiente, en la que registrará los datos que le solicitan.

3. Revise el programa y no olvide seleccionar uno de los talleres que se ofrecen y especificarlo en la planilla.

4. Imprima una copia de la planilla para usted, pues con ésta y el depósito bancario ratificará su inscripción el 12 de mayo.

5. Para confirmar su inscripción envíe un email a: esprolec@ula.ve no olvide mencionar su nombre completo, número de cédula, número de depósito bancario y el nombre del taller que quiere cursar.

6. Cualquier duda puede consultarla a esprolec@ula.ve .

NOTA: Es importante que notifique a tiempo el taller que quiere cursar, pues el cupo es limitado. En caso de cerrarse el cupo, el Comité Organizador ubicará al participante en otro de los talleres ofrecidos.

lunes, 9 de mayo de 2011

LAS CRIATURAS NOCTURNAS DE JOSÉ ANTONIO

Recuerdo haber leído en algún lugar que la universalidad de una obra radica en un espíritu verdaderamente local. Esto es, que entre más identificada esté la obra con el terruño del autor tanto mejor podrá expresar su pertenencia al género humano. También es como si dijéramos que entre mejor se comunique un escritor con sus vecinos cercanos, mejor lo entenderán los extranjeros desconocidos.

En esta elegante paradoja cabe una interminable lista de interpretaciones, que van desde la profundidad del referente hasta la calidad de la obra propiamente dicha. No obstante, su validez es incuestionable. Cuando un autor es capaz de conciliar en su obra el espíritu de su pueblo y las claves de la estética artística su trascendencia en la historia de la literatura puede ser significativa. Como ejemplo podríamos poner los Cien años de soledad o Pedro páramo.

Esto quizá tenga que ver con el origen mismo de nuestra necesidad de perpetuar el tiempo en la palabra, cuyo primer modelo artístico fue la literatura oral, la cual siempre ha estado constituida de la sabia esencial de los pueblos y su imaginario.

Sea cual fuere la razón, esta idea viene a cuento porque en el marco de la celebración del Día del Libro y el Idioma, organizado por el Departamento de Español y Literatura y el GILAC se presentó un libro que tiene mucho que ver con esto de lo local y su trascendencia: Criaturas de la noche en el Río Bobo, escrito por nuestro amigo y profesor José Antonio Pulido Zambrano, y editado por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses bajo el número 192.

En realidad, la presentación del libro estuvo a mi cargo, en gran medida como consecuencia de ese azar inexplicable que rige todas las cosas. Mis palabras en ese momento quizá adolecían de premura, pues leí el texto con poca anticipación. No por negligencia, el mayor de mis defectos, sino porque el libro había sido presentado la noche anterior en la Peña Literaria “Manuel Felipe Rugeles”. Ahora con más tiempo y luego de una segunda lectura, me doy cuenta de que estoy de acuerdo con casi todo lo que dije allí, así que bien podría reproducir aquellas observaciones a modo de reseña informal para presentar nuevamente el libro ante potenciales lectores tanto suyos como de este sitio. Obviamente, no voy a transcribir mi intervención, oral, accidentada, nerviosa, pero trataré de exponer aquí los aspectos que pude percibir en ambas lecturas y su pertinencia en el acercamiento al libro.

El origen del libro es parte de la profunda identificación que José Antonio tiene con su pueblo natal, San José de Bolívar. De hecho, podría decirse que es una de las tantas facetas que tiene un trabajo mucho más amplio de rescate, preservación y difusión de la identidad riobobera que ha dado como resultado la revista El riobobense o el blog Riobobense: El carpintero de la montaña azul.

Nace esta obra, pues, de una investigación, a veces empírica, a veces científica, de las raíces que definen a San José de Bolívar como uno de los pueblos emblemáticos de los Andes tachirenses, en gran parte gracias a su pertenencia a ese amplio legado de la literatura oral andina, mítica y fantasmática.

De esto se desprende que sus características literarias no disten mucho de otras publicaciones de la misma temática, como la archiconocida serie Leyendas del Táchira, de Lolita Robles de Mora, o la compilación Cuentos populares del Táchira, a cargo de José Francisco Velásquez y Elí Caicedo, de más reciente publicación.

En términos generales, Criaturas de la noche… está conformado por un conjunto de relatos sobre santos, aparecidos y pactos diabólicos, que combinan tanto la transcripción textual como la recreación literaria. Al inicio del libro encontramos además un prólogo que nos sitúa en el área de la literatura del horror desde un enfoque semiótico-psicológico, que nos prepara para relacionar los cuentos subsiguientes con una compleja tradición latinoamericana y mundial asociada al terror y el horror como referentes de la literatura popular.

Como particularidad del libro frente a los otros títulos mencionados más arriba podríamos encontrar, en primer lugar, la presencia inicial de tres cuentos no vinculados a entes malignos. Velásquez y Caicedo explican en el estudio preliminar de su compilación que la literatura oral tiende a centrarse, casi exclusivamente, en representaciones del mal, como almas en pena o el propio Lucifer. “La imagen del Santo Patrono: San José”, “Unos pies de barro” y “Unas alpargatas decidieron nuestros límites” presentan un contenido fundacional, que puede interpretarse más bien desde una visión mítica, ya que explica el origen de algunos rituales y creencias que definen la vida actual del pueblo.

En este mismo sentido, otra particularidad estaría relacionada con la imagen del Diablo, a quien en la mayoría de sus apariciones (es el personaje con mayor presencia en el libro) resulta un ser bondadoso, servicial y atento. A diferencia de otras recopilaciones de esta materia, en las cuales siempre se asocia a Satanás con algún trato leonino con el que pretende arrebatar el alma a algún incauto, en las Criaturas de la noche… de José Antonio, se nos muestra haciendo favores a cambio de nada, “bendiciendo” las fiestas y aconsejando a un imprudente para salvarle de un final trágico.

En este aspecto, me gustaría agregar que la imagen de la contraparte divina siempre ha llegado a nosotros desde la visión clerical, la cual se ha encargado de adjudicar a él y sus acólitos el origen de los pecados y las maldades. Al contrario del mundo grecolatino y los pueblos paganos, en los cuales se asociaban divinidades con las acciones humanas y naturales, pero sin establecer un límite determinado del Bien y el Mal. Los dioses podían ser protagonistas de acciones tanto buenas como malas, dependiendo de la situación particular. Es posible que el imaginario local de San José de Bolívar, partiendo de esta naturaleza profana, haya preferido ver en el Diablo una divinidad pagana, que en ocasiones puede ser víctima de los hombres. Pongo como ejemplo el cuento “Llamando al Diablo”, en el que no sin humor nos relata:

Hay quienes afirman que el Diablo está quebrado, pues las personas que le han vendido el alma, hacen un trato por siete años para disfrutar de tal riqueza, y minutos antes de cumplirse el trato se introducen en una iglesia y rezan una plegaria, se arrepienten y piden a Dios que los perdone [con lo cual] el Diablo pierde el trato y el dinero aportado. Ya Lucifer no cree en las personas que a menudo lo invocan, ofreciendo su alma en busca de una fortuna fácil… (p.68)

Como puede verse en este pasaje, la intención de José Antonio no es sólo acercarnos a su experiencia como oyente de estos relatos, sino que se cuida de mantener viva la voz que los contó, una voz que la mayoría de las veces tiene nombre (su abuela María Isabel, don Ernesto Santander, Elvidio Márquez, entre otros), pero que también puede ser una colectiva y anónima (“hay quienes afirman”), en la que después de todo descansa la responsabilidad de perpetuar la tradición oral.

En la presentación el Día del Libro, dije para cerrar mis palabras de presentación que daba como claves para leer las Criaturas de la noche…, primero, una lectura fragmentada, seleccionando uno o dos cuentos por vez, para ir descubriendo poco a poco cada historia como hizo el propio José Antonio; y, segundo, usar la noche para mantener la atmósfera que beneficia el efecto terrorífico. Quizá esta segunda clave la dé desde mi espíritu de lector lleno de fantasmas y ficciones, y es este mismo espíritu el que me pide agregar una clave/recomendación más a esta reflexión escrita: No leer las Criaturas de la noche… solos, sino procurar leerlas con alguien más para que así se perpetúe el espíritu literario de compartir la soledad que las engendró.



(José Antonio en su biblioteca, con reloj de arena, Óscar, estatuilla egipcia y blasón. Autor desconocido)

martes, 3 de mayo de 2011

DON QUIJOTE EN EL DÍA DEL LIBRO Y DEL IDIOMA


la literatura enriquece la vida, la hace más comprensiva y llevadera, las obras logradas nos civilizan y humanizan, al alejarnos del bruto que llevamos dentro, ese que fuimos antes de que los buenos libros, las buenas historias, la buena poesía y la buena prosa lo domesticaran y enjaularan.

Mario Vargas Llosa.

Se dice que el Quijote es una parodia de las novelas de caballerías. Bajtin entiende la parodia como la creación de un texto/doble que destrona al héroe principal, se trata de la creación de un mundo al revés como en la sátira, en la cual los valores jerárquicos tradicionales se desacralizan, lo que la asocia a lo cómico carnavalesco. La parodia se produce entonces cuando se realiza la imitación consciente y voluntaria de un texto o de un personaje en forma irónica. Esta conceptualización nos llevaría a entender la parodia como una burla del texto parodiado, casi como una degradación. Sin embargo no es así, porque parodiar un texto sería también homenajearlo, ocuparse de él de manera muy detenida y particular. Prueba de ello es que también se dice del Quijote que fue la última y mejor novela de caballerías, el género que Cervantes pretendía parodiar.

Por eso, para mayor claridad es necesario acudir a la categoría de hipertextualidad propuesta por Gerard Genette, según la cual un texto, el hipotexto, en nuestro caso las novelas de caballerías o el Quijote mismo, aparece relacionado con otro posterior, el hipertexto, en una relación más amplia: la intertextualidad. Esta que no es otra cosa que el conjunto de relaciones que se establecen entre los textos, las cuales son de diversa índole, ya sea entre obras del mismo autor o de diversos autores, de diversas épocas, de diversos géneros, de forma explícita o no. Según esta categoría propuesta por Julia Kristeva, desde el dialogismo bajtiniano, “todo texto es la absorción o transformación de otro texto”. En el caso del Quijote podríamos también hablar de lo que Cesare Segre denominó interdiscursividad, o relación semiológica de un texto con otras artes como la pintura, la música, el cine, etc.

Siendo un hipertexto de las novelas de caballerías, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, es a su vez hipotexto de incontables obras que a lo largo del mundo se han inspirado en él para parodiarlo, explicarlo, reescribirlo, imitarlo y con ello homenajearlo. Desde el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras, compuesto por el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas., publicado en 1614, conocido como el Quijote apócrifo, y que impulsó a Cervantes a escribir su segunda parte donde lo cita, hasta las famosas ilustraciones de Gustav Doré, un ejemplo de interdiscursividad, son innumerables las obras que se han inspirado en la de Cervantes. Sólo en el siglo XVII hubo quince imitaciones inglesas, veinticuatro francesas, diecisiete alemanas, una italiana y dos holandesas.

En Latinoamérica han sido muchos los que le han dedicado a Cervantes y su Quijote la correspondiente atención. Comienzo nombrando al ecuatoriano Juan Montalvo de quien se publicó póstumamente en 1895 sus Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Ensayo de imitación de un libro inimitable. Personaje quijotesco él mismo, gran polemista, Montalvo aunaba a sus actividades políticas una vocación literaria caracterizada por una actitud moralista, traducida en un estilo y pensamiento regidos por cánones dictados por una moral patriarcal y del honor, que se extendía a su vida política llena de sacrificios y renunciamientos. Es por esta postura que antes que lograr una obra con destacadas pretensiones literarias, el autor se propone subrayar el valor simbólico de Don Quijote en su lucha por la verdad y la justicia.

Para Montalvo más allá de la intención de mover a risa, lo realmente trascendente del personaje es el filósofo encarnado por el ingenioso hidalgo, contrafigura del común y materialista Sancho. De ahí que los Capítulos…se propongan sobre todo, más que una imitación, “un libro de moral” que funcione “sobre la base del ejemplo”. Puede ser que esta intención moralizante sea la que atenta hoy contra la vigencia del libro, ya que al faltarnos el contexto sociopolítico al que se refiere, al encontrarnos con algunas aventuras que no son ficticias, sino ocurridas en la realidad histórica del momento de su publicación, según se esmera en aclarar el propio Montalvo, no es fácil para el lector de hoy establecer los nexos con los hechos y personajes burlados y condenados por el autor. Esto junto a un lenguaje arcaizante, aunque con belleza de formas, según el juicio de Andrés Roig, estudioso de la obra de Montalvo, dificulta hoy la regocijada lectura.

Otra ruta escoge el merideño Tulio Febres Cordero (1860-1938) con su libro Don Quijote en América, o sea la cuarta salida del ingenioso hidalgo de la Mancha, publicado en 1905, en conmemoración del tercer centenario del Quijote. Orientado por las advertencias que le hace el imaginario amigo de Cervantes, transcritas en el prólogo de su obra, don Tulio continúa las andanzas del ingenioso hidalgo en tierras americanas procurando que al leer su historia “el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla”. Lamentablemente fueron muchos los simples que se enfadaron y los graves que despreciaron el delicioso libro de don Tulio. A éstos, por fortuna, hicieron frente otros tantos críticos prudentes y risueños que supieron leer el humor y la originalidad que el libro encierra y que en nada desmerece al hipotexto del cual parte. Sin embargo la intención no es sólo jocosa, puesto que esta cuarta salida en tierras americanas intenta retratar críticamente ciertas situaciones y costumbres de su tiempo, como también lo hicieron Cervantes y Montalvo.

La intención de Febres Cordero era en principio aleccionadora, pero su mérito radica en el humor y la fluidez del lenguaje, en ese escribir sin afectación y con llaneza, tan caro a Cervantes y su época, que ha mantenida a esta obra fresca y vigente hasta hoy. No pretendía imitar en lo literario sino en lo didáctico y moralizante, aunque no en pocas ocasiones el autor imita con acierto la lengua cervantina. La novela comienza en los campos de Montiel, donde hidalgo y escudero despiertan luego de dormir trescientos años dentro de la cueva de Montesinos, para despertar en pleno siglo veinte y continuar sus andanzas, embarcándose rumbo a América, no sin antes vivir algunas jocosas peripecias en su tierra natal.

Sin embargo, es mucho lo que ha cambiado nuestro caballero en el orden moral, luego de su largo sueño, toda vez que despierta convertido en sabio, renegando de su ascendencia hispana, puesto que sus pretensiones científicas son de rango anglosajón, germano o francés. Por ello se hace llamar Doctor Alonso Quix, caballero de Manchester, y a su escudero Sancho d’Argamasille. Y si su locura anterior fue la de resucitar lo pasado y abolido, su nueva obsesión es la de borrar el pasado y sacrificar la tradición que pervive en el presente en aras del progreso futuro. No hay duda de que la intención de Febres Cordero es la de ridiculizar, con la disparatada vocación por el progreso del Doctor Quix, el esnobismo muy notable en los pueblos hispanoamericanos, convertidos en recién nacidas repúblicas, guiadas por el positivismo y el ansia de Modernidad, las cuales renegando de su pasado colonial y su raigambre hispánica, sólo encuentran en alemanes, ingleses y yanquis, sobre todo, los modelos a seguir, menospreciando la herencia española.

Con esta reinterpretación del Quijote, de Cervantes, Febres Cordero la señala como la obra cumbre de la hispanidad, como modelo que permite el rescate de la raíz hispánica de gran parte de la cultura hispanoamericana; búsqueda y exaltación de una identidad cultural que conforma el proyecto ideológico de la fecunda obra del venezolano. De modo que con la escritura de su libro homenaje, Febres Cordero retoma la imaginación de Cervantes, la misma que en 1605 inició sus andanzas, cabalgando sobre Rocinante, para continuar no sólo la aventura del ingenioso hidalgo y su singular escudero, sino también la universal errancia de la novela moderna (Balza, 1987:19).

No hay duda, entonces, de que podemos hablar de diversos tipos de obras inspiradas en el Quijote, algunas son continuaciones de las aventuras del héroe principal o de algún otro personaje, de Sancho sobre todo. Otras son reescrituras o imitaciones. En cuanto a lo que llamaría reescrituras, otra obra que quisiera resaltar especialmente es El Quijote de los niños (1936), de José Bento Renato Monteiro Lobato, justamente por estar dedicada al público infantil y porque en Venezuela el Ministerio de la Cultura publicó en el año 2005 un facsímil de una edición argentina de 1947, con prólogo de Laura Antillano. Este autor brasileño nació en Taubat, el 18 de abril de 1882 y murió en San Pablo el 4 de julio de 1948. Pionero en el campo de la literatura infantil y educativa, enseñó a través de sus narraciones dedicadas a los niños sobre literatura, ciencia y oficios. Fue un abogado luchador a favor de la preservación de la identidad del pueblo brasileño, comulgando con “la filosofía de la identidad nacional”. Se enfrentó al dictador Getulio Vargas por discrepancias con su política económica, sobre todo en materia petrolera, además fue un gran admirador del sistema norteamericano. Por ello tuvo que exiliarse en Buenos Aires hasta 1941. Era un modernista que desarrolló los temas rurales y el estilo naturalista propio de esta tendencia.

La trama de su libro reúne a los personajes de otras obras para niños de Monteiro Lobato la traviesa muñeca Emilia, el vizconde, que es una mazorca de maíz, la tía Anastasia, Perucho y Naricita en torno a la abuela Benita, quien les va leyendo y explicando los pasajes más famosos de la obra: la lucha con los molinos de viento, con los galeotes, con el Caballero de los Espejos y de la Blanca Luna, el episodio del yelmo de Mambrino, entre muchos otros. Los personajes desde su lógica infantil van interrumpiendo el relato con sus preguntas y acotaciones a los que puntualmente responde la abuela Benita. La intención pedagógica del autor se deja sentir a lo largo del relato y es lo que quizá resiento. Sobre todo porque leo una incongruencia entre las intervenciones de los personajes del cuento infantil, dedicadas a niños pequeños y el relato de las aventuras de don Quijote cuyo lenguaje lo acercaría a niños mayores, de 11 años por lo menos. Sin embargo, el libro resulta encantador, sobre todo por el hecho de acercar esta gran obra al público infantil y juvenil. Algo que se suele hacer en muchos países como es dedicar ediciones especiales de obras que no fueron escritas para niños, pero que son adaptadas para ellos con el fin de fomentar su lectura. En España tenemos un buen ejemplo con preciosas ediciones ilustradas de parte de la obra de sus grandes poetas, con extractos de las mismas que podrían ser leídas por los más pequeños. En Venezuela carecemos de ese esfuerzo editorial, por lo que no se promueve la lectura de sus grandes poetas

Otro esfuerzo del Ministerio de la Cultura de nuestro país a favor de niños y adolescentes fue la publicación en el año 2005 de la antología anotada Don Quijote de la Mancha, con motivo de la celebración de los cuatrocientos años de la aparición del primera parte de la gran obra de Cervantes. Se trató de un millón de ejemplares de distribución gratuita que podemos identificar como reescritura en la medida en que resume y anota la obra original con la intención de hacerla asequible a un público muy joven. Cabe resaltar el breve, pero elocuente prólogo escrito por José Saramago especialmente para esta edición.

Son también una reescritura de la obra cervantina las Leyendas del Quijote, de Pedro Pablo Paredes, nuestro importante escritor trujillano radicado en San Cristóbal, editadas en Argentina en el año 1979. Se ha dicho que en la obra de Cervantes hay unos seiscientos personajes; en atención a esto, Paredes le da voz a varios de ellos: el ama, la sobrina, el bachiller Sansón Carrasco, Teresa Panza, Juan Haldudo, los cabreros, Maritornes, el ventero y tantos otros. En medio de estas voces se destacan las de los propios Alonso Quijano y Don Quijote de la Mancha, quienes en una suerte de desdoblamiento o juego de espejos, cumplen lo dicho por José Saramago al final del prólogo que mencioné antes: “Fue así como Alonso Quijano, montado en su esquelética cabalgadura, grotescamente armado, comenzó a caminar, ya otro, y por tanto en busca de sí mismo. Al otro lado del horizonte le esperaba Don Quijote.” (p.25). Entonces, cada uno de los personajes recreados por Paredes va dando, a modo de monólogo, su versión de la historia del ingenioso hidalgo, o mejor, del fragmento de la misma que le tocó vivir. Con ello se hace eco de la polifonía característica de la obra y de su riqueza lingüística. Me parece que es una lectura altamente recomendable para los jóvenes ya que facilita, mediando creativamente, muchas veces con el gracejo cervantino, una lectura que puede no ser de fácil acceso para el lector inexperto.

Vale recordar, para concluir, que la andadura paródica del gran libro de Cervantes continúa por los diversos países suramericanos como bien lo demostró el crítico peruano Julio Ortega al convocar a escritores latinoamericanos y españoles para, recreando al Quijote, fuese posible celebrar “un diálogo de liberaciones y convergencias” y ofrecer un magnífico libro paródico, La Cervantiada. El mismo fue publicado a propósito del Quinto Centenario del descubrimiento de América, donde a través de hipertextos convertidos en “un mapa festivo de la lectura actual del Quijote”, no se hizo otra cosa que regresar al punto de partida “como quien emprende una nueva salida”, inscribiéndolos a su vez en una tradición creativa de la lectura del Quijote en la que figuran nombres de notables escritores como Jorge Luis Borges, Rosario Castellanos, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, entre otros tantos. Con ello demostraron, una vez más, que una parte considerable de la literatura hispanoamericana proviene de la tradición española, debido a que nació en el seno de los esplendores lingüísticos del barroco, por lo que muchos de sus textos clásicos son para la literatura hispanoamericana textos de “fundación” que contribuyeron a la formación de nuestro imaginario y de nuestro linaje idiomático.

REFERENCIAS

Balza, José (1987). Este mar narrativo .México: Fondo de Cultura Económica.

Cervantes, Miguel (2005). Don Quijote de la Mancha. Antología anotada. Caracas: Alfaguara.

Febres Cordero, Tulio (2005). Don Quijote de la Mancha. Mérida: Universidad de Los Andes.

Montalvo, Juan (1930). Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. París:Garnier Hermanos

Monteiro Lobato, José (1937). El Quijote de los niños. Buenos Aires: Editorial Americalee.

Ortega, Julio (comp.) (1993). La Cervantiada. Caracas: Fundarte.

Paredes, Pedro Pablo (1979). Leyendas del Quijote. Buenos Aires: Publicaciones de la Embajada de Venezuela.