viernes, 24 de diciembre de 2010

MANUELITA SAENZ COMO PERSONAJE LITERARIO

Hace un buen rato que deseo escribir sobre Manuelita Sáenz como personaje literario, motivada en primer lugar, claro está, por la seducción que ejerce sobre mí su figura histórica de mujer audaz y rebelde. Otro acicate lo tuve al leer un artículo del profesor Alberto Rodríguez, muy rico en referencias sobre el tratamiento de Manuela en diversos géneros literarios (Leer en el caos, 2002. Caracas, UCAB, pp. 113-121). El tercer motivo es el más curioso: la “repatriación” de sus restos desde Paita por el actual gobierno bolivariano, cosa imposible porque los mismos desaparecieron en el anonimato de una muerte ocurrida en el confinamiento de su exilio peruano. Cuando oí que ocurriría tal cosa no salí de mi asombro hasta que me enteré de que era un traslado simbólico, que sólo se trataba de un puñado de tierra del puerto donde murió, a fin de hacer posible que se reuniera con su amado, el gran Bolívar, en el Panteón Nacional… Tal gesto de melodrama me dejó sin comentarios, en puntos suspensivos…o quizás en interrogantes: ¿Cuánto le costó al país ese performance? ¿Qué hubiera pensado o dicho la irreverente difunta si pudiera hacerlo hoy desde allá, desde los confines de la muerte? Más puntos suspensivos… Quizá me marcó un poco la caracterización que hizo Beatriz Valdés de Manuelita en la película de Diego Risquez, donde el carácter atrevido, desafiante y confrontador resalta junto a algo que no me gustó del todo, el que la pasión de la heroína pareciera ser más el hombre y menos el proyecto de libertad. Quizá fue una mala lectura que hice del film, no sé. Es por ello que lo de que sí reivindico del performance al que aludí arriba, es el que se exaltara que antes de su encuentro con Bolívar, ya Manuela era una activa partidaria de la causa independentista de la América Hispana.

Volviendo a lo que interesa, debo comentar que según Rodríguez más allá de la configuración romántica de la heroína como la “adorable loca” o la “Libertadora del Libertador”, como la designó Simón Bolívar, la figura histórica de Manuelita Sáenz ha devenido en mito. Tanto así que a Manuela se le ha representado de acuerdo a dos polaridades: entre el mito heroico y el mito erótico. Es decir, por un lado es una “figura legendaria del imaginario épico de la emancipación” y por el otro una “imagen de alcoba”. No hay duda de que ambas configuraciones la reducen en su significación. Tal dualidad la persiguió en vida, en el habla de sus contemporáneos, así como póstumamente en los escritos sobre su persona.

En los textos literarios o en las biografías de Simón Bolívar, se representará a Manuela como figura secundaria. Veamos cómo la presenta García Márquez en El general en su laberinto, según cita el profesor Rodríguez:

Era astuta, indómita, de una gracia irresistible, y tenía el sentido del poder y una tenacidad a toda prueba. Hablaba buen inglés, por su marido, y un francés primario pero comprensible, y tocaba el clavicordio con el estilo mojigato de las novicias. Su letra era enrevesada, su sintaxis intransitable, y se moría de risa de lo que ella misma llamaba horrores de ortografía. El general la nombró curadora de sus archivos para tenerla cerca, y esto les hizo fácil el amor a cualquier hora y en cualquier parte, entre el fragor de las fieras amazónicas que Manuela domesticaba con sus encantos.

Otra perspectiva alcanza su figura cuando es personaje central de diversos géneros como la novela y el teatro, así como su representación en poesía, menos frecuente. La insepulta de Paita, de Pablo Neruda, es uno de los poemas más conocidos dedicados a su figura, en los que el poeta le cantará: “Manuela, brasa y agua, columna que sostuvo/no una techumbre vaga sino una loca estrella”.

Aunque quizá el caso más curioso, por el escándalo que ocasionó, fue la novela erótica de Denzil Romero La esposa del Dr. Thorne, que en 1988 provocó reacciones airadas y pronunciamientos condenatorios hasta del congreso ecuatoriano, así como de sociedades bolivarianas de varios países latinoamericanos. Dicen que Denzil Romero fue retado a duelo por un miembro de estas sociedades por manchar la memoria de la heroína, ya que en su novela la representaba como una dama de costumbres sexuales licenciosas.

Es posible que esta fabulación de Romero la haya inspirado, o al menos tendría su antecedente, en las Memorias de Jean Baptiste Boussingault, aparecidas en francés entre 1892 y 1903 en París y traducidas parcialmente al castellano en 1940, uno de los primeros perfiles biográficos sobre Manuela. Según Boussingault ella era “trivial, coqueta, excéntrica, sensual, veleidosa, irreverente, pero valerosa y muy cambiante” Para este contemporáneo, Manuela era burlona, liviana y provocadora con los hombres, de conversación superficial, poco interesante, además de despreocupada en sus modales e irrespetuosa de protocolos o rituales religiosos. Dicen las malas lenguas que ella había rechazado sus pretensiones amorosas, he aquí la posible razón de una visión tan negativa sobre la dama en cuestión

Muy diferente es la semblanza que escribe el tradicionista peruano Ricardo Palma, quien la conoce en Paita en 1858, ya vieja y enferma. El la encontrará pobre pero vivaz, como una reina centrada en su trono, elocuente, de fuerte carácter y amena conversación, aunque renuente a hablar del Libertador, así como de los días de lucha por la independencia.

Quizá encontremos un mayor equilibrio en la configuración del personaje en novelas más recientes que ganan en verosimilitud al presentarnos a una Manuela heroica, audaz, muy libre para su tiempo, pero también con las debilidades de todo ser humano. La gloria eres tú (2001), de la argentina radicada en Bogotá, Silvia Miguens; Nuestras vidas son los ríos (2006), del colombiano, Jaime Manrique, y Manuela (2008), del ecuatoriano Luis Zúñiga, nos entregan a una Manuelita Sáenz más mujer y con ello más cercana, de carne y hueso, más plena de significaciones. Además, tales novelas demuestran el interés continental que tan destacado personaje de la historia ha despertado al paso del tiempo.

Silvia Miguens arma su novela a través de cortos capítulos sin título ni numeración en los que va intercalando la narración en tercera persona del acontecer histórico protagonizado por Bolívar y Manuela; junto a capítulos transcritos en cursiva en los que la voz de Manuela habla desde Paita; algún capítulo fechado a modo de diario, además de la inclusión de cartas verdaderas intercambiadas entre los inmortales amantes o entre Bolívar y San Martin, incluyendo hasta la famosa carta de Manuela a su marido en la que le echa en cara su amor por el Libertador. La intención no es otra que la de destacar el valor del documento histórico como garante de la verosimilitud de la novela. Sin embargo es para mí lo menos acertado de la obra, mucho pastiche, según mi gusto.

La novela de Manrique, profesor de la Universidad de Columbia, se distingue por haber sido escrita en inglés originalmente, o sea que llega a nosotros a través de traducción y edición de Alfaguara. Esto justificaría el que pudiéramos hablar de literatura latinoamericana en inglés, desde el momento que está escrita por un latino con tema sobre nuestros asuntos, historia e idiosincrasia. Nuestra vida son los ríos presenta a mi juicio una estructura más limpia. Dividida en cuatro libros, la narración fluye a tres voces: Manuela, Natán y Jonotás. Esto presta una acertada perspectiva polifónica, tres visiones diferentes de los personajes entre sí y sobre sí mismos.

Zúñiga, por su parte, escribe las memorias que una desolada y vieja Manuela redacta para espiar “desazones y antiguos rencores”. Se trata de XIII capítulos precedidos por el antiguo recurso de colocar frases breves que resumen su contenido, tal como lo hicieron en El Lazarillo de Tormes, Cervantes en El Quijote y hasta Teresa de la Parra en Ifigenia. Otro recurso en pos de la verosimilitud de nobles antecedentes: la novela termina con una breve nota de la criada, La Morito, quien deja testimonio, con los errores ortográficos de rigor, de que hace entrega al profesor de la escuela en Paita, antes de partir a Lima, de los manuscritos contentivos de las memorias de Manuela, los únicos que se pudieron salvar de entre los documentos que su patrona guardaba con celo y que fueron quemados por temor a la peste de la que murió.

Miguens y Manrique finalizan sus novelas dejando viva la voz de Manuela, su cuerpo muere, pero su voz sigue contando convertida en vuelo de colibrí o cóndor. Lo que demuestra que es cierto que los mitos no mueren, sólo se transforman como nos decía nuestro maestro Domingo Miliani en clase. Por eso, Manuela Sáenz siempre será una figura polémica, polisémica, infinita…

Y para enlazar con el desconcierto del que hablé al principio de esta nota, quiero cerrar transcribiendo parte del epígrafe con el que Silvia Miguens precede su novela, porque resuena misteriosamente y muy a propósito de lo que he sentido sobre este tema:

“…hasta el peligro de lo inverosímil, de la ira de lo inverosímil en nuestra época, en que hay que vivir y morir en realidad”. Dulce María Loynaz.

Manrique, Jaime (2007). Nuestras vidas son los ríos. Colombia: Alfaguara, pp.370.

Miguens, Silvia (2001). La gloria eres tú. Bogotá: Ediciones Aurora, 254.

Zúñiga, Luis. (2008). Manuela. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana, pp. 173.

martes, 16 de noviembre de 2010

OTRA LECTURA DE «LA BALANDRA "ISABEL" LLEGÓ ESTA TARDE» (Parte I)

El próximo 15 de diciembre se cumplen 99 años del nacimiento de Guillermo Meneses, uno de los grandes de las letras venezolanas. Esto significa también que se inicia el año de su centenario. Quiero empezar los homenajes a este ilustre escritor con la primera parte de un análisis sobre su cuento «La balandra "Isabel" llegó esta tarde», escrito originalmente como trabajo final para el curso de Literatura Venezolana de la Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe.

Ciertos aspectos formales obligatorios rigen el curso del artículo. No entraré en esos detalles desagrables extraescriturales, pero me permitiré explicar que la imposición de incluir una pequeña biografía del autor como requisito introductorio dio lugar a una versátil síntesis que funge como prólogo de lo que es el propio ejercicio crítico del cuento. Sin proponérmelo, la primera parte de esta entrega presentará aspectos resaltantes en la vida y obra del escritor para que aquellos/as que lo escuchan nombrar por primera vez, puedan conocer algunas datos fundamentales.

Al parecer, la profesora que me obligó a semejante ejercicio ha hecho un "Homero". ¡Bien por ella!

.......

Introducción

En otro lugar ya realicé un acercamiento a este cuento de Guillermo Meneses. En esa oportunidad el propósito fue el de rastrear la función de la imagen (cinematográfica) como recurso narrativo. En realidad, era una propuesta interdisciplinaria, en la cual el enfoque sacrificó a los personajes y la temática del cuento para lograr un análisis de corte formalista. En este trabajo la intención es otra: Presentar de forma general otros elementos literarios del primer período creativo de Meneses.

Antes de entrar en materia quisiera reseñar algunos aspectos de la vida y obra de este importantísimo escritor venezolano, para que en el desarrollo posterior de estas páginas se haga más patente esos dos períodos de los que ya hacía mención y que he tomado del trabajo La narrativa de Guillermo Meneses (1985), escrito por Lyda Zacklin.

El escritor. Breve biografía de Guillermo Meneses

Es prácticamente imposible revisar una antología o un panorama de la literatura venezolana sin advertir que todos los críticos coinciden en que Guillermo Meneses es de las figuras más importantes de la literatura nacional. No en el nivel en que se siempre se ubica a Rómulo Gallegos, como hito que divide la historia en un antes y después, sino como un escritor que a través de un aprendizaje y un crecimiento artístico visible, constituye el eje de un cambio que tendrían sus representantes posteriores.

Esta propia importancia como punto de referencia de la evolución de la novela, y de la narrativa en general, hace que su nombre se cuente entre los de principal estudio y, de esta manera, su vida se hace más fácil de conocer que la de otros escritores, que teniendo una relevancia igual o mayor a la de Meneses, no han tenido esta atención. Por ello mismo es posible que una síntesis biográfica de este autor comporte un problema de selección de datos, en la que, como suele ocurrir en estos casos, entrañen olvido u omisiones lamentables.

Resalto lo anterior en aras de que se me disculpe el atrevimiento de dejar fuera algún aspecto de la vida de Meneses que por razones de perspectiva signifique una importancia especial para los posibles lectores de este breve trabajo.

Guillermo Meneses nació en Caracas el 15 de diciembre de 1911. Desde sus primeros años tuvo especial predilección por las letras, al punto de que intentó escribir una novela a los nueve años. Confiesa que esto se debió a la influencia que tuvo el escritor Emile Salgari en sus primeras lecturas. También mostró, como muchos jóvenes artistas de la época, un interés por contestar a la dictadura de Juan Vicente Gómez, quizá influido por la ideas humanistas de los jesuitas a quienes frecuentó desde muy joven. Debido a esta militancia debió pasar un año en las cárceles de la dictadura.

Demostró ser un estudiante muy aplicado desde sus años en el Colegio San Ignacio, en el cual cursó su bachillerato, y de esta entrega a los estudios pronto se desprendería una profunda identificación con el mundo de la escritura. No había cumplido 20 años cuando se codea con los escritores de su tiempo y así pronto empezaría a colaborar con la revista Elite, que también recogía nombres como Miguel Otero Silva, Julián Padrón y Arturo Uslar Pietri. A los 29 años publica allí su primer cuento “Juan del cine”, el cual lo reveló como una de las promesas de la incipiente vanguardia.

Para cuando tiene 33 años ya circula su primera novela Canción de Negros, el cuento “Adolescencia” y “La balandra Isabel llegó esta tarde”, relato de gran importancia, que inmediatamente tuvo sus versiones en el teatro, en el cine y, poco más tarde, en la televisión. El escritor ya se consolidó y sus relaciones políticas lo vinculan al movimiento de reconstrucción del país que encabeza Eleazar López Contreras. Como ya había obtenido en 1936 el doctorado en Ciencias Políticas, de la Universidad Central de Venezuela, ocupó el cargo de Procurador del Estado Miranda. Al año siguiente es nombrado Juez de Primera Instancia en lo penal en Barcelona, Estado Anzoátegui, donde permanecerá hasta 1939.

Su actividad literaria no se detiene por las funciones públicas y en 1938 obtiene el premio “Elite” con su novela Campeones, que se editará un año después. En el mismo 1938 la Asociación de Escritores Venezolanos publica Tres cuentos venezolanos, en el cual resalta “Luna”. Para 1942, siendo redactor del periódico Ahora, publica la novela El mestizo José Vargas. En su vida personal, contrae nupcias con Sofía Imber en 1944, año en el que también nace su primera hija Sara Nathalia.

Para 1945 inicia su prolífica faceta como crítico literario, destacando sus estudios sobre los principales autores latinoamericanos y europeos. Participa en coloquios sobre literatura y empieza su colaboración con El Nacional y también con Sábado, la revista que por aquel entonces se editaba en Bogotá, ciudad en la que además se publican artículos suyos sobre la vida política colombiana.

Luego de varios cuentos y crónicas, aparecidas en distintas publicaciones, da a conocer lo que será el inicio de su segundo período creativo: El falso cuaderno de Narciso Espejo y el libro de cuentos La mano junto al muro. Al año siguiente obtiene el premio “Aristides Rojas” por la primera de estas novelas y asume como Primer Secretario de la embajada venezolana en Bruselas. El 8 de mayo de 1959 nace su segunda hija, que llevará el hermoso nombre de Adriana. Ese año aparece en París la revista Señal, por iniciativa de Meneses. En 1961 nace su tercera hija, Daniela.

En 1962 se publica bajo su dirección CAL, revista de arte y literatura que llegaría a 59 números, una cifra loable en la época para una publicación de esta naturaleza. Nace su hijo Pedro. Un año más tarde gana el Premio Municipal de Prosa, en Caracas, por su novela La Misa de Arlequín. Y en 1965 se lo nombra cronista de la ciudad capital.

En 1975 la Universidad Central de Venezuela, en homenaje al escritor, crea la bienal de novela que lleva su nombre. Este gesto es una ratificación de la sincera cercanía entre la casa de estudios y Meneses. En su testamento éste nombrara a aquella heredera de sus derechos de autor para cerrar con broche de oro este profundo respeto que les unió. Su muerte ocurriría tres años después, en 1978, luego de haberse trasladado a vivir a Margarita.

Observación general de la obra de Guillermo Meneses

Ya había anticipado que a tenor de la importancia literaria de Meneses en la consolidación de la primera vanguardia venezolana, los críticos coinciden en dividir sus obras en un primer momento de adiestramiento y un segundo de consolidación. No quisiera extenderme en este punto que da suficiente espacio para varios libros. Tan sólo dejaré dos ideas que sirven de guía para la lectura de “La balandra…”

El primer período de sus textos está determinado por la publicación de sus primeros cuentos y novelas, a la sazón de su trabajo como colaborador de Elite. No se trata de una época de inmadurez, como podría pensarse, sino de una estética personal que busca nuevos caminos para el ya desgastado espíritu costumbrista que había llegado a su pináculo con la vasta obra de Gallegos. En este sentido, es oportuno agregar que paradójicamente este es un momento en que la literatura venezolana mantiene dos grandes corrientes literarias de forma paralela. Por un lado, esa misma tradición que conseguía en Rómulo Gallegos una expresión definitiva, y por el otro, la incipiente escuela de autores como Arturo Uslar Pietri y Enrique Bernardo Núñez que escribían a un mismo tiempo, pero, con una recepción diferente entre los lectores y la crítica.

De esta época son sus trabajos “Juan del cine” y “La balandra…”, trabajos influidos en gran medida por el realismo europeo que en ese momento derivaba del romanticismo. Es una búsqueda intuitiva de un lenguaje personal y de una expresión del mundo que le rodea. Ésta sí es una propuesta surgida como respuesta a la representación costumbrista de la realidad. Por ello, sus personajes son figuras urbanas y no los arquetipos rurales de la obra galleguiana.

Su segundo período se funda con El falso cuaderno de Narciso Espejo, y explora al igual que Salvador Garmendia, en Los pequeños seres, una visión más psicológica del ser venezolano. Los temas urbanos ganan espacio y pronto definen una búsqueda de los personajes ignorados del imaginario que antes no habían sido representados: La madre, el obrero, el jubilado. José Balza reconoce en este trabajo la versión más madura de la novela venezolana hasta ese momento. Por supuesto, es un poco arriesgado sostener esta observación, porque ella supone una noción de progreso incompatible con la literatura, pero no puede ignorarse que en la afirmación de Balza el eje crítico es la maduración de una escuela, que luego se erigiría como un discurso avasallador que abarca toda la producción literaria, no sólo de nuestro país, sino del continente entero, cuya expresión sería el boom.


domingo, 31 de octubre de 2010

REVISITANDO A VIRGINIA WOOLF EN SU PROPIA HABITACIÓN

Comenzaré estas notas advirtiendo que quizá no sea mucho lo nuevo que me es posible decir hoy sobre Virginia Woolf, tan atendida por la crítica por considerarla una de las escritoras británicas “que ha contribuido de manera más original a la forma de la novela” debido a una obra “tan arriesgada, tan iconoclasta, tan llena de futuro” (Fuster García, 2006). Sin embargo, considero que no deja de ser oportuno, a la hora de exaltar grandes obras o libros capitales, el recordar y destacar la importancia que para la teoría feminista y el reconocimiento del papel histórico de la mujer ha significado su famosísimo ensayo Una habitación propia (1929), aunque sólo sea como merecido tributo a esta figura de las letras femeninas, todo un mito de la literatura universal y una de mis autoras de culto.

Hay que reconocer que el aporte de Virginia a la teoría feminista fue breve, constituido tan sólo por el libro que acabo de mencionar y por un ensayo posterior, Tres Guineas (1938), podríamos decir que de menor impacto. Y es que Una habitación propia arrojó una visión irónica y muy personal sobre el problema de la mujer como intelectual y escritora. La Woolf hizo afirmaciones, ofreció metáforas, que hoy nos parecen comunes porque las hemos hecho propias una vez que ella las dejó escritas para la posteridad. No es gratuito que cuando se hicieron las varias estadísticas de lo mejor del milenio figurara en Inglaterra entre los 100 ensayos más influyentes del siglo XX.

En octubre de 1928 Virginia Woolf fue invitada a dar una conferencia sobre la mujer y la novela en la Sociedad Literaria de Newhan y en la Odtaa de Girton, en Cambridge. Ambas conferencias se fundieron para dar como resultado el libro que publicó un año después. Fue todo un éxito editorial en su momento, se llegaron a vender diez mil ejemplares, según una anotación de su diario, así como la mayoría de las obras publicadas por la autora. Hay que tener en cuenta que nunca tuvo problemas para editar sus libros, dado el progreso de la editorial que ella y su esposo fundaron, y la fama adquirida como novelista original y experimental que obligaba al “mundillo literario” a leer “lo último de Virginia Woolf” (Lehmann, 1995:99).

Sin embargo hay que apuntar aquí que más recientemente algunas autoras de renombre, como Elaine Showalter, por ejemplo, han valorado este libro como un fracaso de la ensayística feminista, por considerar a la Woolf insuficientemente revolucionaria, opinión compartido por Kate Millett (Spacks, 1980: 39). No hay que olvidar tampoco los ataques contra su figura provenientes del movimiento feminista por considerarla poco comprometida con la causa de la mujer, como burguesa que sólo abogaba por los intereses de su clase.

Por su parte, uno de sus biógrafos, John Lehmann, administrador y luego copropietario de Hogarth Press, la editorial de Virginia y Leonard Woolf, considera que ella nunca superó el resentimiento que le produjo el tener que estudiar dentro de casa por ser mujer, mientras su hermano Thoby pudo disfrutar de una privilegiada educación en Cambridge; a pesar de que tuvo una educación liberal y que la importante y nutrida biblioteca de la casa paterna en Hyde Park Gate, estuvo a su disposición sin censura. Se sabe que Virginia fue una lectora voraz de excelente memoria. Tal resentimiento, según Lehmann se transparenta en su ensayo Una habitación propia.

Después de terminar Al faro, la novela de la que se dice es la favorita entre sus lectores, Virginia escribe dos obras con la intención de aligerar las tensiones que le producía el final de sus novelas más exigentes. Algunas de sus crisis nerviosas ocurrieron justamente luego de terminar una obra importante, entre otras razones porque era muy sensible a las críticas que sus publicaciones recibían. Una de estas obras fue justamente el libro que nos ocupa, al respecto declaró: “Siento la necesidad de hacer una escapada después de estos libros poéticos, tan serios y experimentales, cuya forma requiere siempre un cuidado minucioso” (citada por Lehmann, 1995:85).

Le cedo la palabra a Lehmann por su elocuente presentación del ensayo:

Pocas veces, o tal vez nunca, se había presentado un tema de debate o se había sostenido una idea con tanto humor, con tanto ingenio, con tal grado de luminosa imaginación y con tal ausencia de rencorosa retórica. Una habitación propia no sólo trata de la situación de la mujer, sino de la inteligencia creadora, de la naturaleza del genio y de la condena del fascismo. Es una obra chispeante, lúcida, convincente, divertida; en pocas palabras: una obra maestra (Lehmann, 1995:93-94).

Este “libro de vacaciones”, como ella le llamaba a estas lecturas “profilácticas”, consta de seis capítulos. En el primero, la autora, siempre en primera persona, por supuesto, y utilizando el recurso de la autoficción, desde un comienzo in media res, con un tono dialogante como se presta para una conferencia, analiza irónicamente las diferencias entre los privilegios y lujos de un colegio universitario para caballeros, donde se le obsequia una exquisita merienda y donde no puede visitar la biblioteca por ser mujer, y la pobrísima cena que le ofrecen por la noche en el colegio para señoritas. El lugar de los acontecimientos es Oxbridge, que no es otro que un enmascarado Cambrige.

Desde las primeras páginas, luego de la duda sobre el qué decir sobre las mujeres y la novela, ofrece la tesis que plantea lo único que se precisa para escribir, además del genio: tener dinero y una habitación propia.

En el segundo capítulo, la autora narra su visita al Museo Británico, donde consulta una amplia bibliografía sobre el tema de la mujer, todos escritos por hombres. Le impresiona sobre todo uno de ellos, cuyo título es de suyo impactante: La inferioridad mental, moral y física del sexo femenino, de un tal Profesor Von X, del cual Virginia se burla porque lo califica de inseguro dentro de su rol como miembro del sexo dominante. Con sólo revisar la prensa se da cuenta de que su país está dominado por el patriarcado, e inmediatamente nos informa que ha heredado de una tía una renta de 500 libras anuales, lo que le asegura su independencia económica.

En el tercer capítulo crea un personaje imaginario con el fin de demostrar por qué las mujeres no han descollado en el campo de la ciencia, de la literatura, del arte en general: una hermana de Shakespeare. Ésta, dotada del mismo talento que su hermano, no podrá desarrollarlo porque su condición femenina se lo prohibirá, por lo que acabará derrotada y desaparecida en el anonimato de una vida intrascendente.

En el cuarto capítulo pasa revista a las escritoras que van apareciendo en el panorama literario de los primeros siglos de la literatura inglesa, con inmensas dificultades y deficiencias hasta que la figura de Aphra Behn surge a finales del siglo XVII como la escritora que pudo ganar dinero con sus obras. Este hecho constituye para Virginia el comienzo de la liberación femenina, aunque se da cuenta de que todavía en el siglo XIX, el de las grandes novelistas inglesas, algunas de ellas, salvo Jane Austen, tuvieran que camuflarse bajo seudónimos masculinos: George Eliot y las hermanas Brontë, por ejemplo, quienes publicaron algunas de sus obras bajo los nombres de Currer Ellis y Acton Bell.

Este es el capítulo que hace una de las afirmaciones fundamentales del libro: la necesidad de que las escritoras encuentren un lenguaje propio que las exprese sin tener que recurrir al lenguaje masculino, el cual obedece a un temperamento y una sensibilidad diferente, propósito perseguido por la propia autora a lo largo de toda su obra.

El quinto capítulo revela, a mi modo de ver, el feminismo de Virginia, un feminismo moderado, diría yo, tal como confesó de sí misma nuestra Teresa de la Parra. Al abogar porque las mujeres deben acentuar las diferencias entre ellas y los hombres, buscar su especificidad como sexo, supongo que hoy seguramente militaría en las filas de lo que denominamos “feminismo de la diferencia”.

Sin embargo, en el último capítulo clama porque los sexos se fundan en uno solo al tratarse de la creación, propuesta sugestiva y acertada, a mi modo de ver, aunque parezca una paradoja respecto a lo afirmado en el capítulo anterior sobre las diferencias. Pide con Coleridge que la mente del poeta o el novelista debe ser andrógina, para que así surja la mejor literatura. Al respecto afirma:

El estado cómodo y normal del ser es aquel en que los dos conviven en armonía, colaborando espiritualmente. Aunque uno sea un hombre, la parte femenina de su cerebro debe obrar sus efectos, y una mujer también debe relacionarse con el hombre que hay en ella… Tal vez una mente puramente masculina sea incapaz de crear como una mente puramente femenina (Woolf, 1997: 162)

Quiero finalizar citando a Virginia Ocampo, de quien dicen que la Woolf se burlaba dado su carácter divertido, malicioso y “su lengua afilada”, le escribió lo siguiente en una carta:

La deliciosa historia de la hermana de Shakespeare que de modo tan inimitable cuenta usted, es la más bella historia del mundo. Ese supuesto poeta (la hermana de Shakespeare) muerto sin haber escrito una sola línea, vive en todas nosotras, dice usted. Vive aún en aquellas que, obligadas a fregar los platos y acostar a los niños, no tienen tiempo para oír una conferencia o leer un libro. Acaso un día renacerá y escribirá. A nosotras nos toca crearle un mundo en que pueda encontrar la posibilidad de vivir íntegramente, sin mutilaciones (citado por Fuster G., 2006).

Y ese ha sido el compromiso de todas… Falta por hacer… Estamos en ello.

REFERENCIAS

Fuster García, Francisco (2006). “Cerrando la puerta”. Sobre la vigencia de Una habitación propia y el feminismo woolfiano. A parte Rei. Revista de Filosofía, Nº 48. Disponible en serbal.pntic.mec.es/cmunoz11/Fuster48.pdf

Lehmann, John (1995). Virginia Woolf. Barcelona: Salvat.

Spacks, Patricia (1980). La imaginación femenina. Madrid/Bogotá: Debate/Pluma.

Woolf, Virginia (1997). Una habitación propia. Barcelona: Seix Barral.


jueves, 14 de octubre de 2010

CONTEXTO 16

PRESENTACIÓN

La revista Contexto de la Universidad de Los Andes-Táchira se honra en presentar esta entrega monográfica con temas relativos a la literatura japonesa. La coordinación de este número estuvo a cargo del Dr. Gregory Zambrano, quien como editor invitado ha logrado reunir un conjunto de artículos firmados por eminentes investigadores y escritores ligados a la literatura nipona.

Antes de reseñar los trabajos que conforman el dossier de este número de Contexto, quisiéramos mencionar la presencia de dos artículos introductorios relacionados con la literatura latinoamericana. El primero de ellos un análisis de la visión del lector en Borges, elaborado por Ender Andrade y el segundo, una revisión historiográfica de la Escuela de Poesía de La Grita, orígenes de la tradición literaria tachirense, realizado por Elí Caicedo Pinto. Asimismo, debemos señalar la presencia de la reseña escrita por Melissa Manrique sobre el libro La experiencia poética de Hanni Ossott, publicado por Alexandra Alba como parte de la Biblioteca de Autores Venezolanos, coordinada por el GILAC.

Ahora bien, el fenómeno editorial que ha suscitado la aparición de nuevos nombres como los de Haruki Murakami o Banana Yoshimoto, se ha sumado a una larga tradición de autores que han fascinado con sus relatos y novelas a los lectores occidentales. Los nombres de Yasunari Kawabata o Junichiro Tanizaki, junto a Yukio Mishima y el premio Nobel Kenzaburo Oe, entre otros, han significado un puente para conocer no sólo algunas de las voces más resaltantes de la literatura milenaria de Japón, sino que han contribuido a crear puentes culturales que abren una ventana por donde mirar un fragmento de la rica cultura del país del sol naciente.

Uno de los mayores problemas que han dilatado el conocimiento de esta literatura ha sido la poca difusión de sus autores en la lengua castellana y más aún la carencia de traducciones directas del idioma japonés. Esto se ha ido subsanando en los últimos años a raíz del empeño que han puesto editoriales de España, Argentina y México por satisfacer la demanda de los lectores, interesados en conocer más acerca de esta gran literatura, sobre todo en lo que corresponde a novelas y cuentos. Quedan todavía algunos géneros en espera de traducciones, como el ensayo, la crítica literaria y la poesía. Recientemente apareció en Colombia una antología de poetas japoneses contemporáneos en Ediciones Arquitrave, que está disponible en línea (http://www.arquitrave.com/archivo_revista/archivo2009.html).

En esta entrega presentamos algunos trabajos sobre voces tan lejanas en el tiempo y, al mismo tiempo, tan cercanas como la de Murasaki Shikibu (c. 975-c. 1025), autora de La historia de Genji (Genji monogatari), compuesta hacia el año 1000 d. C. la cual, desde que se dio a conocer en lengua inglesa en 1923, con la traducción de Arthur Walley, se convirtió en una especie de revelación y fue considerada de inmediato como una obra maestra, de la importancia cultural del Decamerón, Gargantúa y Pantagruel, o el Quijote. En este caso, el académico Akira Watanabe, de la Universidad de Tokio, se ocupa de establecer la mediación conceptual que hizo el escritor japonés Saiichi Maruya entre la obra de James Joyce y la de Shikibu, en una interesante exploración interpretativa. El novelista y académico venezolano Ednodio Quintero, lector entusiasta de la literatura japonesa se aventura a explicar por qué la obra de Junichiro Tanizaki se ha convertido en un modelo paradigmático de la narrativa de aquel país. El también académico y traductor Ryukichi Terao de la Universidad Ferris de Yokohama nos presenta, de primera mano, un conjunto de cuentos de Ryunosuke Akutagawa, traducidos especialmente para esta entrega de Contexto.

Continúa un homenaje al narrador y dramaturgo Kobo Abe, quien recibió los premios más importantes de su país, tales como el “Akutagawa”, el “Yomiuri” y el “Tanizaki”, y fue durante años un firme candidato al Premio Nobel. Kobo Abe aparecerá pronto editado en Venezuela y aquí se adelantan algunas valoraciones sobre su obra en el estudio del académico venezolano Gregory Zambrano, y las exploraciones en torno a dos relatos de Abe, escritas por Rafael Álvarez Guedez, Roselin Barrios y Pedro Varguillas, estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes y cursantes de la cátedra de literatura japonesa.

Cierra esta entrega un conjunto de reseñas de títulos recientes sobre obras y autores japoneses. María Kodama, se ocupa de la obra clásica Hojoki. Canto a la vida desde una choza, de Kamo no Chomei (siglo XIII), traducida por Masateru Ito, ex-embajador de Japón en Venezuela. Igualmente, Jesús Miguel Duque comenta el volumen Jotaro, el masoquista. Dos novelas japonesas, de Junichiro Tanizaki, publicado recientemente en Venezuela. Cierra esta sección la reseña escrita por Kazunori Hamada, candidato a doctor por la Universidad de Tokio sobre el libro de entrevistas El horizonte de las palabras: la literatura hispanoamericana en perspectiva japonesa (conversaciones con académicos y traductores), de Gregory Zambrano, publicado por el Instituto Cervantes de Tokio.

(Pueden acceder al contenido total de la revista en www.saber.ula.ve/contexto)

viernes, 24 de septiembre de 2010

Curso elaboración de artículos

Título: Evento: Elaboración de Artículos Científicos
Resumen: Presentar la elaboración de artículos científicos como una tarea académica y un recuento de una actividad de investigación. También se propone ofrecer lineamientos para la elaboración de textos científicos.
Descripción: En caso de excederse la demanda de aspirantes se programarían otras sesiones consecutivas.
Fecha de Inicio del Evento: 29-Sep-2010
Fecha de Finalización del Evento: 1-Oct-2010
Costos inscripción o entrada: 120 Bs. por persona
Lugar del Evento: Universidad de Los Andes Núcleo Universitario "Dr Pedro Rincón Guitiérez" Av. Universidad Sector Paramillo, San Cristóbal Edo. Táchira
Ingresó el Evento: Prof. Ana Marleny Bustamante
Horario del Evento: Horario : De 2:00 a 6:00pm Duración :12 horas ( 3 sesiones de 4 horas)
Información Inscripción: Fecha límite para formalizar inscripción: 29/09/2010. en Banco Provincial Cuenta Corriente No. 0108-0105-21-0100000262 a nombre de: Fundación para el Desarrollo de la Investigación en Lenguaje (FUNDEL)
Contacto: Prof. Leonardo Caraballo , caraleo@hotmail.com
Dirigido a: A los Profesores Investigadores del Núcleo Táchira, incluyendo alumnos de Maestría, entre otros.
Comité: Ana Marleny Bustamante Leonardo Caraballo Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y de las Artes (CDCHTA)
Expositores: Isabel Padrón R 04147441837 Lourdes Pietrosemoli FUNDEL
Fecha: 29-Sep-2010
Ciudad: San Cristóbal
País: Venezuela

1er. Festival de Poesía Popular Andina

En aras de promocionar el acercamiento a la poesía como creación de los colectivos del país, y de su lectura como forma de comunicación entre todos los amantes de la letras reproducimos la siguiente convocatoria
La Asociación de Escritores del Táchira invita al 1er. Festival de Poesía Popular Andina, que tendrá como sede la Sociedad Bolivariana de Michelena, el próximo 1 y 2 de octubre. Contaremos con la presencia de poetas de Barinas, Mérida, Trujillo y Táchira. Se iniciara el viernes 1ª con el Acto de instalación a las 6 de la tarde y a continuación se ofrecerá un gran recital. El sábado 2 desde las nueve de la mañana, hasta las seis de la tarde, continuarán las actividades con Talleres de Creatividad Poética, conversatorios con los poetas invitados, lectura de textos y exposición y venta de libros. Los esperamos.

Asociación de Escritores del Táchira
San Cristóbal - Venezuela

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Congreso de editores. Valdivia, Chile


En el marco del octavo aniversario del Sistema de Información Científica Redalyc –proyecto desarrollado desde su inicio por la Universidad Autónoma del Estado de México– y gracias al apoyo brindado por la Universidad Austral de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, nos complace invitar a editores científicos, investigadores, especialistas en gestión de la información científica y técnica, estudiantes y público en general al:Segundo Congreso Internacional de Editores Redalyc.
Ingresa en su página para saber más:

domingo, 22 de agosto de 2010

UN ENCUENTRO EN LA FILU

El pasado mes de junio fue el mes de la FILU, la feria del libro que anualmente realiza la Universidad de Los Andes con bastante éxito, al menos entre la comunidad académica de la región, en la siempre acogedora ciudad de Mérida. Acudí finalizando el evento atraída por dos personalidades que presentarían sus libros en esa ocasión: María Auxiliadora Álvarez y Federico Vegas. Infortunadamente, Federico no se apareció por esos predios, pero en compensación tuve el gusto de conocer a María Auxiliadora de cerquita ya que quien la presentó fue el buen amigo Víctor Bravo. Por ello no sólo pude intercambiar algunas palabras y libros con ella, sino que Víctor tuvo el gesto de llamarme para que participara durante el bautizo, con pétalos de rosas, de uno de los libros de María, lo cual fue para mí todo un privilegio.

Me llevé una grata impresión al encontrarme con una mujer sencilla, cálida, sin poses ni pretensiones de diva, a pesar de lo muy importante que fue como poeta en medio de una generación de mujeres que se revelaron como escritoras en Venezuela, a finales de los setenta y durante los ochenta. Generación tan importante que, como bien apunta el desaparecido crítico Julio Miranda, ellas incorporaron a la poesía venezolana nuevas imágenes, símbolos y perspectivas temáticas de una influencia determinante en los poetas varones de su entorno, quienes sin este aporte no hubiesen arribado a tales hallazgos.

Como siempre, Víctor estuvo lúcido y acertado, breve y bastante justo, durante la presentación de la poeta, gracias a ese estilo tan suyo que equilibra el rigor académico que debe ostentar toda crítica seria, con un discurso ensayístico elegante y sugestivo. Guardé una frase muy oportuna a la hora de hablar de la poesía de María, ya que se refirió a la misma como a una obra que trata “el cuerpo como lenguaje y el lenguaje como cuerpo”. Su intervención dio paso a una conferencia de la invitada quien disertó sobre las mujeres poetas en Venezuela, con lo que reveló su otra faceta, la de profesora universitaria que hoy se desempeña en Norteamérica, donde ha cumplido labores docentes en Miami University (Ohio), University of Illinois y UNAM (México).

De más está destacar el interés de una conferencia como la que refiero ya que hablaba una de las poetas venezolanas contemporáneas más importantes en la actualidad. No hay que olvidar el impacto que sus poemarios Cuerpo (1985) y Ca(z)a, 1990, tuvieron a la hora de su publicación por las crudas imágenes y temas, hasta ese momento poco frecuentes o ausentes en la poesía venezolana. No dejó de sorprenderme lo que dijo sobre Cuerpo, un poemario que desmitifica el tema de la maternidad, el embarazo y el parto, presentándolos como actos crueles, sangrientos y dolorosos, sin la idealización con la que suelen tratarse. Siempre pensé que hablaba de su propia experiencia como madre, de lo horrendo que es parir con dolor, sólo entendible por las que lo hemos vivido. Pues resulta que no sólo hablaba de ella, María parió en la Maternidad Concepción Palacios, en Caracas, y pudo ver la insensibilidad de los médicos y enfermeras con las parturientas, la cual llega hasta la desconsideración, la crueldad y la falta de respeto, lo que la hizo escribir para testimoniar líricamente su protesta desgarrada y su solidaridad femenina.

Refiriéndose a esas primeros poemas comentó que quizá eran demasiado violentos, demasiado rebeldes, como si en ellos hoy apreciara algunos excesos, alguna desmesura, es por ello que citó a un autor (de cuyo nombre no puedo acordarme) quien dijo que con la madurez ascendemos hacia la Armonía, idea reveladora para mí porque hizo que me diera cuenta de que es verdad que con la edad no nos hacemos conformistas, reaccionarios y poco sabios, como me dice a veces un joven amigo siguiendo a un viejo revolucionario, sino que nos volvemos, reales, con los pies puestos en la tierra, armónicos, aunque no tan bellos como cuando jóvenes. ¡Qué bien!, compensa envejecer entonces, ¡vaya!

He aquí uno de los poemas pertenecientes a Cuerpo que la autora leyó en el pequeño recital que ofreció después de la conferencia, incluido en la antología presentada en la feria. El mismo demuestra la crueldad e ignorancia que subyace en la práctica médica:

usted nunca ha parido

no conoce

el filo de los machetes

no ha sentido

las culebras de río

nunca ha bailado

en un charco de sangre querida

doctor

NO META LA MANO TAN ADENTRO

que ahí tengo los machetes

que tengo una niña dormida

y usted nunca ha pasado

una noche en la culebra

usted no conoce el río.

Volviendo a la mencionada conferencia refiero que en ella María destacó la obra de poetas como Patricia Guzmán, Yolanda Pantin, María Jiménez, Miyó Vestrini y, sobre todo, de Márgara Russotto, con especial mención de su poemario Restos de viaje (1971). Se trata de un libro pionero de la renovación de la poesía femenina venezolana gracias a una voz que, sin estridencias ni complejos, fija su posición feminista frente a los estereotipos sobre la concepción de la mujer, sobre sus preocupaciones e intereses, lejos de la desrealización de las mujeres, de lo que se ha considerado tradicionalmente como femenino por la sociedad patriarcal.

Dos antologías de la poeta fueron bautizadas en el evento comentado, la de Monte Avila Editores, y la más reciente, Las nadas y las noches, cuidada edición que incluye un CD con la voz de la poeta leyendo algunos de sus textos, publicada en España y vendida aquí a un precio imposible… De esa edición leyó Páramo solo, poema dedicado a sus progenitores y, según me pareció, uno de sus favoritos. La muerte de su padre fue, confesó, determinante para un cambio de vida y causa, entre otras, de su ida a otro país, según le entendí. Poema algo largo, evoca la figura de la madre, viuda, sola en medio del páramo, una figura casi fantasmal en su levedad, silenciosa y acostumbrada a escuchar. Resultaría interesante rastrear la presencia de la imago materna en estas poetas. Si hay una presencia de la madre como lo está la del padre o de la masculino, tal como sucede en la poesía de Enriqueta Arvelo Larriva, quien perdió a la madre muy pronto por lo que su figura aparecerá desvaída en sus versos frente a la potente presencia del padre y del hermano, no sólo en su obra sino también en su vida.

A propósito de este tema me vale recordar que una vez nos tocó a un colega y a mí, a petición de la Asociación de Profesores de nuestra Universidad, preparar un pequeño recital de poesía a propósito del Día de la Madre. Gracias a ello, nos dimos cuenta de la deuda que tienen nuestros poetas con la figura materna, puesto que no fue fácil encontrar poemas dedicados a ésta. Aunque se me quedan otras consideraciones en el tintero sobre este tema y sobre la autora que hoy me ocupa, dejo para luego tales reflexiones y paso a transcribir, para finalizar, el poema La casa de mi madre, incluido también en su antología Las nadas y las noches:

mi madre vive en su casa aún

la lágrima es la casa de mi madre

mi madre le dio una parte de la casa

a cada hijo

mi hermano mayor se llevó un cuarto

todos tenemos casa

en la lluvia de mi madre

a veces arrecia la lluvia de nuestra madre

contra la ventolera

nosotros le mandamos a decir

que no preocupe del viento

madre

que llueva tranquila

o entonces le decimos:

Madre ría

reír es igual que llorar

reír viene de río

riendo

madre

formamos ríos

carcajada es tempestad

carcajada es catarata

de nuestra propiedad

reparta de nuevo el río

madre

reparta de nuevo el mar

María Auxiliadora Álvarez (2009). Las nadas y las noches. Barcelona: Candaya.