martes, 4 de mayo de 2010

SOBRE LA INDIFERENCIA DEL MUNDO

Leyendo después de varios años el conocido ensayo de Virginia Woolf, Una habitación propia, a propósito del próximo evento que se realizará en el Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres, de la ULA, Mérida, bien llamado “Lecturas que cambiaron vidas”, me reencuentro con la siguiente reflexión:

… escribir una obra genial es casi una proeza de una prodigiosa dificultad. Todo está en contra de la probabilidad de que salga entera de la mente del escritor. Los perros ladran; la gente interrumpe; hay que ganar dinero; la salud falla. La notoria indiferencia del mundo acentúa además estas dificultades y las hace más pesadas aún de soportar. El mundo no le pide a la gente que escriba poemas, novelas, ni libros de Historia; no los necesita. (…) Si algo sale a la luz a pesar de todo, es un milagro y es probable que ni un solo libro nazca entero y sin deformidades, tal como fue concebido.

Se refería la autora a la falta de alicientes que padecían las mujeres para atreverse a asumir la creación, para escribir. Indiferencia del mundo que también sufrieron Keats, Flaubert, Carlyle y tantos otros, aunque no tan ampliamente como las mujeres a quienes desde el principio de los tiempos se “las desairaba, insultaba, sermoneaba y exhortaba”. Quizá la más dramática denuncia de tal indiferencia está expresada en las palabras que Keats hizo grabar en su tumba, a las que Woolf hace referencia: “…aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua.”

Lo anterior viene a cuento aquí porque no fue otra cosa que desaliento lo vivido por nuestro grupo de investigación luego de lo acontecido en el marco de las actividades que proyectamos para celebrar el pasado 23 de abril, Día del Libro y del Idioma. Una de ellas era la convocatoria a un concurso de reseñas literarias. Varias dudas se nos presentaron a la hora de proponer tal concurso. ¿Por qué no de cuentos o poesía? ¿Será prudente convocarlo para alumnos de pre y postgrado? ¿Se animarán los alumnos de la licenciatura si se sienten disminuidos en cuanto a posibilidades de ganar frente a alumnos postgraduados, de más experiencia y por ende mejor dotados? A todo ello encontramos respuesta: 1. Se trata de incentivar la lectura, somos un grupo de investigación no un taller literario, para concursar en ficción o poesía hay otros espacios. 2. Las actividades del Día del Idioma realizadas por nuestro grupo el año pasado demostraron que hay alumnos de pregrado con sobrada capacidad para reseñar un libro.

Debo confesar que me hice muchas ilusiones, porque aunque la premiación en metálico era pequeña, nuestro grupo no es de banqueros así que era más que todo simbólica, un incentivo que se podía invertir en un libro (hoy vamos a las librerías como quien va a comprar diamantes, tal es el precio cada vez más escandaloso de los libros); el mayor premio consistía en que las reseñas ganadoras serían publicadas en Contexto, la revista de estudios literarios de la Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe. ¡Qué bien me decía para mis adentros ya tendré un buen número de reseñas para “mi” revista!

Pues sorpréndase el lector: la indiferencia del alumnado en general ante la convocatoria fue abrumadora, la participación ínfima. Las excusas varias: muy poco dinero para el premio, falta de tiempo, bla…bla…bla… De tal manera que a la hora de la premiación me sorprendí no sólo felicitando al ganador, quien hizo una buena reseña, sino en el absurdo gesto de agradecerle el haber acudido a nuestro llamado. En ese momento nos hicimos un llamado de atención: ¿Vale la pena realizar eventos como estos para un alumnado carcomido por la indiferencia, la inercia, el poco interés por el conocimiento y la literatura? ¿Para qué invertir energía, tiempo y dinero en unos estudiantes a los que hay que obligar para asistan a las conferencias que se organizan para ellos, para esos que piden la hora libre para asistir y luego huir por la derecha?

Es cierto que la ULA adolece de eventos que complementen la formación nunca suficiente que se da en las aulas; movidos por ello es por lo que decidimos como grupo de investigación remediar en algo tales carencias. Pero, la realidad nos derrotó, a nadie… o mejor, a poquísimos les importa; como dice el texto de la Woolf parece que al mundo no le hace falta. Me sorprende cómo los jóvenes de hoy, entre los que se cuentan hasta treinteañeros, adolescentes tardíos, están frente a un computador escribe que te escribe y chatea que chatea, lo que sin embargo no implica que se lea o escriba más. La pobreza, frivolidad y tontera de lo que se dicen por Facebook, celulares y afines, es aterradora. Estoy segura de que una recopilación de tales textos le bajaría los ánimos al más crédulo promotor de la lectura y la escritura.

En fin, cerrando mi intervención del Día del Idioma, exclamé: ¡«"Entrego mis demonios", no vuelvo a participar en la organización de un sólo evento más, no vale la pena! Espero que esta juventud que me acompaña en el grupo no pierda los ánimos y siga nadando contra corriente... yo sólo estaré por ahí, como oyente...» Sin embargo, ahora que lo pienso desapasionadamente, reconozco que siempre hay alguien interesado/a, deseoso/a de crecer, de entregarse sin condiciones a las bellas letras... Entonces, ¿cómo lo/la desamparamos? ¿No es verdad? Así que... ¿Cuándo será la próxima cita?

4 comentarios:

  1. Es muy cierto tu reclamo,hago mea culpa por lo mucho que se espera de nosotros como discípulos de la Literatura.Con el tiempo he llegado a pensar que los lectores somos especies en extinción,rara avis, nuestra condición de lectores nos convierte en ratones de bibliotecas,o locos quijotes,o extraños dementes.Alguien exclamó un día que dejó de leer y se volvió mejor persona,creo,en mi juicio,que ese colega corría el riesgo de domesticado por este sistema anafalector(pues no basta con leer,hay que saber leer),que busca fotocopias y rechaza bibliotecas,que lee resumenes y no catea los textos.Buscar culpables sería lanzar piedras a un pozo,nuestro claustro, que enseña temer a dios,por momentos enseña a temer,y renegar de nuestra amada Literatura(recordar a Kernan).La pregunta queda,un nueva reforma curricular enmedará los yerros,algunos antiguos colegas víctimas del síndrome de Bournot darán paso a nuevas promesas,la academia abrirá concursos o continuará con su política obtusa y grandes maestras como vos algún día impartirán sabiduría de nuevo en nuestras celdas de papel.Un estudiante

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  2. Apasionada dama de las letras. Gracias a sus palabras, en principio, a parte de toda la "remoción" de emociones, afectos y sentires de estos camino de la aventura como diría Saramago en el prólogo de la edición más reciente del Quijote al referirse a Alonso Quijano; he recordado a Denzil Romero, a "Asclepius Calatrava". Y esa es una imagen de múltiples matices. Pues, en menos de diez líneas me he topado con tres autores de una talla enorme. ¿Responde eso en algo a su sublime inquietud?.

    Podría "emborronar", sí el término es risible para un medio digital-cualquier cantidad de cuartillas; pero, debo ceñirme al margen de sus preguntas:

    "Mientras existan lectores e investigadores como usted y como sus dilectos, la palabra no morirá". Mientras bajo su afán, su compañía y su guía podamos compartir la alegría de leernos, de escucharnos,y de encontrarnos en cada evento, así "como dos gritos de asombro", el mismo asombro fatalista de una realidad universitaria y generacional; entonces: tendremos lugar a decir y gritar lo que nos quema a voces".

    ¿Cuándo nos vamos a encontrar?. Así le respondo con otra interrogante a la urgencia de su cita.

    El Conde de Montecristo.

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  3. Ay, Conde, ¿dónde andas? Deseo verte para continuar la charla. Muchas gracias por tus notas, acertadas y gratificantes, porque nos hacen sentir que alguien nos escucha, nos lee...

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  4. Luego de leer -en principio por curiosidad-, tan emotiva publicación debo confesar que se me hizo imposible negarme a emitir un comentario.
    Ahora bien, no soy muy hábil en este tipo de ejercicio, pero es necesario que exprese lo que tal lectura me ha hecho sentir, y lo más probable es que mi vida tal vez no llegue cambiar, pero siento profundamente que me ha hecho reflexionar, no con respecto a la actitud desinteresada de los demás, sino con la mía, pues me sentí salpicado al leer un par de líneas en particular: "...la indiferencia, la inercia, el poco interés por el conocimiento y la literatura"; ¿acaso es eso lo que me sucede?. Pues siento que no, y creo que se debe al trabajo hecho por profesores que día a día se dieron a la tarea de mostrarnos el sorprendente mundo de la literatura, nos alentaron a investigar librándonos de esa “indiferencia” que a muchos nos embargaba, sacudieron nuestras mentes y con paciencia hicieron que abandonáramos la “inercia” que nos sujetaba, despertaron nuestro “interés” y no permitieron que nos quedáramos sólo con lo visto en un aula de clase, sólo con una historia o con una lectura; nos invitaron a ir más allá, y lograron que la magia de la literatura nos envolviera con cada uno de los textos que pudimos leer. Y aprovecho para agradecer públicamente a esos profesores, ambos pertenecientes al Grupo de Investigación en Literatura Latinoamericana y del Caribe. De todo corazón espero sigan con las mismas ganas que hasta ahora han tenido; encarecidamente les pido “que no entreguen sus demonios y reconozcan y piensen que siempre hay personas interesadas y deseosas de crecer, de entregarse sin condiciones a las bellas letras”. “No nos desamparen”.
    Y antes de finalizar, les hago la misma pregunta: “¿Cuándo será la próxima cita?”.

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